Adaptarse a los cambios se ha convertido en algo necesario para que todas las empresas puedan crecer. En los mercados e industrias cada vez hay un mayor número de ofertas lo que hace que la competencia sea más difícil.
Las empresas deben de contar con la capacidad de adaptarse a los cambios tecnológicos, económicos y sociales.
De esta forma tendrán una mayor probabilidad de superar a sus competidores, diferenciarse y convertirse en referentes de su industria.
Sin importar el sector al que pertenezca, una empresa siempre debe hacer frente a las transformaciones tecnológicas, estructurales y organizacionales por las que atraviesan. De lo contrario, tienen altas posibilidades de desaparecer.
La resistencia al cambio es una de las problemáticas más comunes que se presentan en organizaciones que han estado por muchos años en el mercado. Sin embargo, gracias a que en la actualidad las dinámicas mundiales están cambiando a un ritmo acelerado, todas las empresas están en la obligación de adaptarse a ellas y aprender a reinventarse constantemente.
Lo anterior, debido a que “no van a tener la capacidad de innovar y de ofrecer servicios igual de rápido; haciendo que se queden atrás y cuando esto ocurre, tienen que cerrar porque no estuvieron en la capacidad de reinventarse”.
Entre las causas más comunes, relacionadas con la resistencia al cambio, se encuentran:
● La cultura organizacional: existen empresas que no realizan cambios por temor a lo desconocido. El hecho de no tener la seguridad de que todo será para bien, las hace desistir de salir de su zona de confort.
● Intereses propios de los directivos: a veces quienes dirigen las compañías ya están acostumbrados a ciertas metodologías. Así que para ellos, un cambio representa más problemas que beneficios.
● Falta de visión: los cambios siempre requieren sacrificios e inversiones. El problema es que en muchas ocasiones, los directivos no perciben los beneficios que a futuro pueden traer consigo los cambios.